Racing a pura emoción: ovaciones para que Milito siga jugando y para la despedida anticipada de Cocca. El Príncipe, quien será papá otra vez, hizo doblete.
La Mano de Dios, la archiconocida canción del Potro Rodrigo a Maradona, cierra con el grito del recordado cuartetero cordobés, que es tributo desgarrado, tripas y corazón en mano. “Te quiero, Diegooo”, culmina el tema, un himno que se hizo gratitud colectiva al Diez. Anoche, en el Cilindro, no sonó el tema, pero todo el clima de fiesta, sensible, con emociones a cataratas y agradecimiento permanente de 25.000 almas en el estadio y millones más fuera del recinto, tuvo inspiración en esa frase. Porque a Diego Milito, ídolo moderno con pasaporte garantizado a la galería histórica, habrá reverencia eterna por su regreso y aporte profesional al título 2014. Al 22, a los 22 minutos de juego, le prepararon un cotillón intenso, con cantos repetidos (“Milito hay uno solo” y “Milito no se va” fueron los hits preferidos) como ruegos para su permanencia. Y el Príncipe, de una realeza que acorta distancias con los súbditos, parece dispuesto a prolongar su linaje con los pantalones cortos. Anoche metió doblete en el 3-0 a Crucero del Norte (el segundo, una maravilla por el control de zurda y la definición al instante con derecha luego de una asistencia exquisita de Romero) en una ocasión perfecta, porque pudo celebrar con los ademanes que anuncian paternidad: pulgar como chupete y pelota bajo la camiseta. Sí, la dinastía, que ya cuenta con Leandro (juega en preinfantiles en Racing) y Agustina, se ampliará.
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