Este miércoles se cumplen 48 años de la Copa Intercontinental ganada por Racing. El Chango Cárdenas, con ese zapatazo inolvidable ante el Celtic, llevó al equipo de José a ser el primer equipo argentino campeón del mundo. ¡Grande!
Corría la década del '60 y Racing vivía su época de oro. El equipo de José, llamado así en honor a su entrenador Juan José Pizzuti, venía de ganar el torneo de 1966, había logrado cosechar un invicto de 39 partidos y en 1967 dio cátedra en toda América ganando la Copa Libertadores. Pero ese equipo, para el que parecía no haber imposibles, quería más. Era tan grande su fútbol que América no le alcanzó y fue por el mundo. Y lo conquistó. Porque un día como este miércoles, pero de 1967, el Racing de Pizzuti hizo historia al escribir una de las páginas más gloriosas del fútbol argentino. Aquel 4 de noviembre, la Academia derrotó al Celtic en el Centenario de Montevideo con el mítico golazo del Chango Cárdenas, convirtiéndose en el primer equipo argentino en salir campeón mundial. Una hazaña celeste y blanca.
Tras la obtención de la Libertadores, llegaba el turno de la tan esperada Copa Intercontinental, esa que ningún conjunto argentino había podido traer al país hasta ese momento. Los vecinos rojos habían fallado un par de intentos ante el Inter y ahora le llegaba el turno a los Albicelestes. Los tres enfrentamientos fueron durísimos y muy parejos. Los escoceses llegaron a Avellaneda con la ventaja de haber ganado 1-0 en Hampden Park y para colmo, arrancaron ganando en el Cilindro. Sin embargo, con esa mezcla de buen fútbol y amor propio que lo caracterizaba, el equipo de José dio vuelta el marcador con tantos de Raffo y Cárdenas. Así, la Academia ganó 2-1, forzando un tercer encuentro.
El estadio Centenario, en Uruguay, era el escenario de la gran final. Todo estaba listo. Cejas; Martín, Perfumo, Basile, Chabay; Rulli, Cardoso, Maschio; Raffo, Cárdenas y Juan José Rodríguez fueron los 11 que Tito Pizzuti puso de arranque para afrontar la batalla de Montevideo. Nunca mejor usada la palabra batalla, porque fue un duelo donde la pierna fuerte no faltó y en el que hubo cinco expulsados (Basile y Rulli por el lado académico). Racing sabía que su fútbol ofensivo y de lujo, ese que había revolucionado toda una época, no iba a ser suficiente. Había que demostrar personalidad, garra y mucho temperamento para imponerse. Pero ese equipo de hombres lo sabía y no estaba dispuesto a dejar escapar la gloria.
La Academia nunca bajó los brazos y en un partido en el que se sacaban chispas pero no ventaja, apareció ese gol que todo racinguista de ley lleva grabado en sus retinas y en su corazón. Iban 11 minutos del segundo tiempo cuando Rulli la recuperó en el medio y la jugó rápido para Cárdenas, que sin saberlo aún, ya se perfilaba para el milagro. El Chango sacó ese zapatazo increíble que recorrió más de 25 metros y se clavó en el ángulo derecho del arco defendido por John Fallon. Todo el pueblo académico estalló de felicidad. Racing estaba en la cima del mundo, era el primer campeón intercontinental de nuestro país. Por eso, ese gol del Chango y ese triunfo marcaron un antes y un después. Ese 1-0 al Celtic en el Centenario de Montevideo no era una victoria más. Era la hazaña hecha realidad, era saber que el orgullo y la gloria serían eternos. Ese 4 de noviembre de 1967 Racing vivió su momento más glorioso. Un gol que se muestra una y otra vez y que en cada repetición, vuelve a emocionar a cada racinguista, igual que a aquellos que lo gritaron con alma y vida hace 48 años. Porque la gloria y la pasión no saben de tiempos y todo hincha de la Academia tendrá el orgullo de saber que Racing siempre será el primer campeón del mundo.
Fuente ole
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